LA FUNCIÓN DEL EMERGENTE EN LOS GRUPOS
PARTE 1
EL SISTEMA:
La literatura organizacional, sociológica, pedagógica, del deporte y terapéutica, nos permiten diversas miradas de la dinámica de los equipos, las cuales buscan su mejor desempeño. Buscan entender esas dinámicas de la interacción social, su impacto en el individuo y cómo este a su vez co-construye la realidad que valida ese mismo grupo de personas. Pero una cosa es co-existir y otra es orientarse a un resultado significativo de mutuo beneficio para todos.
El equipo es un sistema complejo donde sus partes o personas van estableciendo interacciones, esas interacciones generan experiencias que pasan a establecer la dinámica de ese grupo, pasan a determinar su sentido, su razón de ser. Es como si las personas o individuos que se suman a un grupo fueran descubriendo el sentido de elegirse.
Estas dinámicas o interacciones generarán un ordenamiento en función a las cosas que hacen y resultan significativas o no. Un ejemplo sería un grupo de padres que acompañan a sus hijos a la práctica deportiva y terminan conversando entre ellos. De esa interacción puede derivar un asado, una reunión interfamiliar o un negocio. El ordenamiento de las acciones de las partes constitutivas del sistema generará una jerarquía que ordena lo posible y lo no posible en el sistema que se va constituyendo desde las interacciones posibles.
Por ello, un equipo es un sistema y ese sistema esta:
- Integrado por partes o individuos complejos.
- Genera interacciones, donde esos individuos empiezan a experimentar diversos fenómenos que los transforman.
- Se ordena generando una jerarquía, estableciendo prioridades, interacciones posibles, etc.
Adicional a lo anterior, el sistema genera un propósito, un sentido, una experiencia que da razón del por qué estar juntos. Ello mismo es una condición de la vida misma, de la interdependencia para la subsistencia. El cuarto elemento característico de un sistema es:
- desarrollar un propósito, un objetivo.
LOS EMERGENTES:
En mi experiencia con equipos de trabajo y equipos terapéuticos he podido constatar que las elecciones de los mismos son profundamente inconscientes. Podríamos preguntarnos: “¿Cómo puede ser esto posible? Si yo no elegí mi equipo de trabajo. Llegué y ya estaba”… Podríamos decir que más bien el grupo o equipo te elije a ti y no a otro.
El cerebro humano se mueve bajo la base de la supervivencia y esa base se transpola al mundo social desde la aceptación y el reconocimiento, y como muchas de las elecciones son inconscientes, debemos responder en milésimas de segundo para evitar el dolor o el castigo.
Con el transcurrir de la vida social nuestras respuestas sobre las experiencias cotidianas estarán mediadas por las creencias o estrategias aprehendidas a lo largo de la vida, que según nuestra aceptación inconsciente, creemos que son indispensables para la subsistencia. Es decir, la mayoría de elecciones son inconscientes. Pensemos un momento: ¿Existe un grupo más inconsciente que la familia? Bueno esto será otro tema.
El entrenamiento lleva al inconsciente nuestras respuestas, por ejemplo la acción de conducir un vehículo o cocinar. Y es desde este lugar donde elegimos nuestras relaciones, desde nuestras necesidades más profundas, desde nuestros entrenamientos llevados al inconsciente.
Las personas en los grupos se estructuran de la misma manera como se estructura un ser vivo, se dividen en subsistemas que en su interdependencia, generan cambios y todo lo que pasa en las realidades individuales compartidas. Si una persona está enferma, es hora de ir al médico y cambiar hábitos. Si un sistema se enferma, es porque uno de sus integrantes refleja un malestar del grupo o equipo… Si algo le pasa a un integrante del equipo o grupo, ese no es el “enfermo” es el portador del síntoma del sistema. A este síntoma sistémico, llamaremos emergente.
Si un integrante llega tarde a las reuniones laborales, esto nos puede hablar de una problemática que podría asociarse a los inconvenientes de llevar a un hijo a la escuela, o simplemente es la falta de puntualidad o quizás pueda asociarse con un disgusto de este integrante por considerar que esas reuniones son poco operativas y se resiste a ellas. Estos emergentes pasan a tener otro significado si encontramos ausentismo, y más aún si el ausentismo pasa a ser emergente de varios integrantes del equipo.
Otro ejemplo sería cuando el grupo o equipo no logra la rentabilidad y ello puede estarnos hablando de que la visión estratégica no se está entendiendo o no la hay, puede hablarnos de que ciertas interacciones grupales pueden estar conflictivas o que hay un sector que no está cumpliendo con sus metas. En el fondo la estrategia no está clara. Pero podríamos pensar simplemente que el equipo de ventas no cumple. Nada es tan simple, son múltiples causas generando múltiples efectos.
En un equipo o grupo, cuando algo está fuera de lugar, algo pasa, nos muestra el emergente del equipo.
EL PEDIDO ATRÁS DEL EMERGENTE O SÍNTOMA
Así como el síntoma refleja nuestra deficiencia a nivel personal –la falta de glóbulos rojos se relaciona con la anemia, por ejemplo-. Así, el individuo portador del emergente, le presta el servicio al sistema para que pueda integrar y fortalecer sus dinámicas más débiles y hasta amenazantes. El emergente es una oportunidad de crecimiento.
A veces una empresa despide a una persona por robo, pero después vuelve y aparece otro robo. Hay organizaciones que una y otra vez asumen juicios laborales y cambian las partes del sistema mas no las interacciones. Estos emergentes hablan de lo que pasa en el sistema y aprender a afrontar estos emergentes es entender el pedido que hay atrás de los mismos.
¿A qué nos referimos con pedido?
A la intención que hay atrás de los actos. Atrás de cada conducta hay una necesidad que la moviliza, identificar esa necesidad se transforma en la tarea de un facilitador de grupos, y sobre todo en aprender a integrarlo con todo el sistema.
Miremos ejemplos de pedidos: un compañero de trabajo se enoja permanentemente con su jefe y espera a que este vea que se va más tarde, que siempre entrega el trabajo. Su jefe sabe lo que hace y como sabe que es bueno, lo deja solo, en libertad. Pero el colaborador piensa que no le presta atención, que atiende más al compañero que llega tarde y nunca se hace cargo de sus funciones. Entonces, el jefe y el empleado al no hablar del problema y al no hacerse reconocimientos, van generando un ambiente tenso que afecta el ambiente del trabajo. ¿Cuál es el pedido atrás del enojo? La necesidad de reconocimiento, pues el colaborador ve que su jefe le presta más atención a quién no cumple. Pero el jefe lo hace para que las cosas funcionen o sino lo que pasa sería peor. Entonces todo se mezcla y no atendemos las conversaciones que hacen falta, que pasan a la sombra, pero en el fondo determinan la dinámica de los equipos.
Los emergentes y los pedidos implícitos de esos emergentes dentro del sistema, son los que determinan el desempeño individual y grupal de las organizaciones. No los perfiles, no los roles, no las competencias. Ellas pasan a la vez, a estar determinadas por los emergentes que se sustentan en creencias profundas elaboradas en las interacciones cotidianas, que gobiernan cómo veo y actúo en el mundo.
Gestionar esos emergentes genera conciencia en el grupo y en las personas, permiten establecer verdaderas acciones constructivas para cambiar el panorama del grupo. La conciencia del equipo se genera al poner las cartas sobre la mesa, las verdaderas razones de lo que le pasa al equipo, al encontrarse con sus integrantes. La conciencia es comprender “los fantasmas” proyectados en los otros a través de la interacción cotidiana, y gestionar esas proyecciones personales es la responsabilidad, es orientarse a la autosatisfacción y con ella a la eficiencia.
La conciencia del equipo o grupo es cambiar el inconsciente del equipo, estableciendo un paradigma acordado, co-construyendo de nuevo las dinámicas conscientes de las relaciones reales que puede tener aquí y ahora un sistema, a partir de elegirse y aceptar que el estar juntos en sí mismo es una tarea laboral y de crecimiento personal.
Por Julio González Acosta